Apagando cerebros. La adicción del móvil en los niños y adolescentes


La adicción a los teléfonos móviles es un problema creciente entre niños y adolescentes; solo hay que observarlos cuando se reúne un grupo de jóvenes en un parque u en otros espacios de ocio para navegar en las redes sociales o jugar a videojuegos. Desde el Club TriCalafell, como escuela deportiva cuyo objetivo es promover, entre otras cosas, hábitos de vida saludable, nos preocupa enormemente esta triste realidad social.

La adicción al teléfono móvil en niños y adolescentes menores de 16 años se ha convertido en un problema de salud mental de nuestra sociedad y en un desafío para las familias modernas. Sin ir más lejos, lo podemos ver en una mesa de un restaurante, esperando la comida mientras parte de la familia está mirando el móvil, navegando por las redes sociales o enseñándose algún vídeo. Están perdiendo la oportunidad de ser personas para convertirse en extensiones de sus pantallas. Ya desde niños están empezando a ser esclavos digitales.

Numerosos estudios advierten que la salud mental de los niños y adolescentes se resiente de esa adicción a las pantallas táctiles (mucho peor y más compulsiva que la que sufrimos antaño a la televisión). Dichos estudios arriesgan ya en afirmar que hay un retraso en la edad a la que se alcanza la madurez cerebral debido a una maternidad frágil. "Sobreprotegemos en exceso a nuestros hijos; en ciertas cosas, no los dejamos jugar en la calle ni ir a comprar el pan, pero a los 8 años ya les compramos un móvil".


El 98% de los niños hoy en día ya tiene móvil. Entre los 2 y 4 años, cualquier exposición a un móvil o pantalla digital es nociva; incluida ponerlos a ver dibujos animados. Es preferible tenerlos entretenidos ante un televisor porque no tiene un acceso táctil, además, requiere de un mando a distancia que solo debería manejar el adulto y que debe velar para que la exposición al televisor no supere la hora diaria.

Móviles,  un regalo envenenado

Es el regalo estrella y se empieza a regalar cada vez a más temprana edad; a los 8 años ya tienen el suyo. Cuando regalas un móvil a un niño, le estás entregando un regalo envenenado, perjudicial para su neurodesarrollo si el tiempo de uso es más de hora y media al día. La digitaladicción existe a todas las edades, siendo especialmente dañina cuando el cerebro humano está desarrollándose, ya que se reduce el control de los impulsos a nivel prefrontal y, al poder llevar el móvil a todas partes en el bolsillo, se puede estar horas y horas hipnotizados por él.

El móvil a partir de los 12 años

A esa edad, el móvil es un auténtico peligro, convertido en la prolongación del brazo del adolescente. El problema estriba también en que todo ahora se hace con el móvil, pero no por ello debe convertirse en una adicción, pero se ha comprobado que los jóvenes lo utilizan para calmar cualquier emoción desagradable, como por ejemplo, cuando han discutido con un amigo o les han reñido por sacar malas notas; entonces recurren al móvil para calmarse convirtiéndose en un recurso que lamentablemente usarán ya siempre, sustituyendo al contacto humano y la comunicación entre personas para solucionar su problema o situación. 

La adicción y sus afectaciones

Estudios recientes confirman que la adicción digital sumerge hasta la dependencia a jóvenes de 12, 13, 14 y 16 años en las redes sociales, observándose mayor incidencia en las niñas que en los niños, sufriendo estas una intromisión en su imagen corporal al compararse con lo que ven en las redes.

Ya no hay ninguna duda, el uso intensivo de móviles afecta al desarrollo cognitivo,  a la capacidad de atención sostenida y al desarrollo de habilidades de pensamiento crítico. Los menores pueden volverse dependientes de la gratificación instantánea que proporcionan estos dispositivos. También la sobreexposición a redes y contenido digital impacta en el desarrollo emocional: afectando a la autoestima, a la imagen corporal, a la capacidad para gestionar emociones y al desarrollo de habilidades sociales fundamentales.

En la adolescencia, el cerebro se reconstituye y se transforma. Los adolescentes tienen niveles basales de dopamina (conocida como molécula del placer) más bajos que los adultos, por lo que lo pasan peor y se desmotivan con facilidad, pero cuando encuentran un disparador que los motive, la dopamina sube por encima de los valores de adulto, por lo que estos adolescentes siempre quieren volver a ese disparador, y el disparador más a mano hoy son el móvil y las redes sociales.

Imponer restricciones

Es difícil ya a estas alturas imponer restricciones absolutas, especialmente a partir de los 16 años, pero es importante marcar los "tempos" y pactar los tiempos de uso de los móviles y tablets para evitar un uso abusivo. Es importante reconocer los signos de adicción y tomar medidas preventivas para limitar el tiempo de uso y fomentar otras actividades.

Ayuda profesional.

Es momento de considerar la ayuda profesional cuando el menor muestra signos de ansiedad o depresión relacionados con el uso del móvil. Cuando hay conflictos familiares frecuentes por el uso de dispositivos. Se observa un deterioro significativo en el rendimiento académico o las relaciones sociales. Y cuando los intentos de regular el uso del móvil generan crisis o confrontaciones severas.

Uso escolar

Afortunadamente, en el ámbito educativo se están poniendo límites al uso de los móviles o tabletas, evitando una digitalización total del sistema educativo y a la vez la inmersión adictiva de los niños.

La adicción al móvil en menores es una preocupación real que requiere atención y acción por parte de padres y educadores. No hay que demonizar la tecnología, sino fomentar un uso responsable y equilibrado sin comprometer el desarrollo saludable de nuestros jóvenes.

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